miércoles, 28 de junio de 2017

CENA Y COPA CON..."EL BLOG DE PACO RIVERA"







25 de Junio , 2017


CENA Y COPA CON…

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JOSE REIGOSA.- RECUADRO UNO (1)

Reigosa ha tenido una vida laboral muy agitada: “Estudié el bachillerato, que para la gente que procedíamos del campo ya era mucho porque hacíamos falta para trabajar la tierra, y antes, por correspondencia, hice un curso de mecánica por correspondencia. Luego pensé en hacer magisterio, pero no me convencía y empecé a trabajar. Vendí tubos, libros, aspiradoras, magdalenas, productos de papelería y acabé de promotor del banco de Santander y dentro de esta entidad, más tarde, ocupé puestos directivos en los 28 años que trabajé en ella. Como vendedor de puerta en puerta tengo una gran experiencia. Es un trabajo muy difícil; el 50% del éxito consiste en que te abran y te dejen hablar. Yo empecé con los libros. Me “echaron” a las calles de La Coruña y mi primer día iba paseando y vi a una señora mayor y a una niña asomadas a una ventana. Llamé al timbre, me abrieron, subí y les vendí la enciclopedia más cara que Plaza y Janés tenía en su catálogo. Aquel éxito nada más comenzar fue muy importante para darme ánimos. Me han contado que hubo vendedores de libros que se hicieron millonarios actuando en lo que se llama “puerta fría”, aquel sitio en el que no sabes lo que te vas a encontrar. Y eso tan complicado sale bien bastantes veces. En Lugo hay un ahora famoso empresario y promotor de viviendas que ganó millones con le enciclopedia Monitor. Me contaron que era el que más ejemplares había vendido de España y que ahí se inició su ahora notable fortuna.

JOSE REIGOSA.- RECUADRO DOS (2)

No es un caso aislado. Muchos de los protagonistas de esta serie de charlas, procede de familias emigrantes. José Reigosa, también: “Vengo de una familia de agricultores, de gente de campo, y para buscar fortuna mi padre se fue a La Habana con 16 años, eran los “felices 20”, y volvió con 42. El y su hermano montaron una bodega (una especie de tienda en la que había de todo; de comer, de beber… Le debió ir muy bien porque hay fotos en casa en la que se ve con varios empleados. Pero murió su progenitor y se vino a España para estar unos meses aquí con sus cinco hermanas. Le convencieron para que se no que no regresase y se asentase definitivamente aquí, al mismo tiempo que su hermano que se había quedado al frente del negocio se comprometió a mandarle dinero mensualmente. Nunca le mando ni un peso y tampoco obtuvo ningún otro beneficio de su empresa porque “en esto llego Fidel y mando aparar”. El caso de mi padre emigrante no creo que tenga parangón: un cuarto de siglo trabajando como en una empresa muy rentable y no obtuvo ningún beneficio. Se vino con 42 años con lo mismo que se había ido con 16: nada. Lo positivo de esta parte de mi historia, que en España conoció a la que luego sería su esposa y mi madre. De su frustrada aventura cubana nunca hablé con mi padre; supongo que él no quería tocar el tema. Sí noté que él tuvo que convertirse en un hombre de campo y que no lo era, ni siquiera para hablar. En cuanto podía escapaba del gallego para expresarse en castellano; y con acento cubano, claro.

JOSE REIGOSA.- TEXTO PRINCIPAL

José Reigosa Piñeiroa, 67 años, nacido en San Cosme de Barreiros, casado con una asturiana llamada Rosa María Menéndez, que según él “hace un excelente caldo gallego”. Tiene un hijo de 37 años y una chica de 25. Es jubilado del Banco de Santander: “muy exigentes con sus trabajadores, pero buenos pagadores; en la escala de recompensas por objetivos, yo siempre conseguí las máximas”.
¿Y por qué está aquí Reigosa? Le digo que es un artista y no lo acepta: “Me parece demasiado pretencioso; no, no soy un artista. Probablemente, si tengo algún mérito, es que, partiendo de mi gran afición, la fotografía, he buscado fórmulas nuevas y he desarrollado proyectos diferentes.

¿Y lo de esa afición vino de…?



    Muy simple. Tenía 24 años. Me llegó un libro del canadiense Antoine Desilets titulado “Aprende fotografía”. Lo leí de un tirón y me di cuenta que eso era lo mío. Pero no pude dedicarme profesionalmente, porque no daba para comer. Pero en cuanto me pude permitir el lujo de hacer cosas por amor al arte empecé y no he parado.

    Su primer trabajo de impacto fue, con Luz Darriba y el artista argentino Alejandro Masseillot, la exposición “A muralla cohabitada”. Exposición con fotos gigantes de 39 lucenses de la vida cultural: “Que luego yo por mi cuenta y riesgo transformé en un libro, con el que no gané nada, pero tampoco perdí”
    Hay en el haber de José un trabajo original y con mucho reconocimiento y recorrido: “Sí, un proyecto fotográfico muy novedoso. Lo titulé “Entre Marbella y Torremolinos” y se realizó en el Manicomio de Castro entre el 2011 y 2012. El año anterior a que se cerrara definitivamente, estuve yendo un día a la semana durante seis meses a hacer fotos. Simplemente trate de documentar la vida dentro del manicomio y las huellas de la gente que había pasado por allí. Fue en cierto sentido polémico ya que algunas personas lo interpretaron como un trabajo de denuncia, cuando realmente no era esa la intención. Pero la verdad es que el manicomio llevaba mucho tiempo en mal estado y a algunas personas le sentó mal que esto se mostrara. De hecho llegaron a denunciarme por no respetar la intimidad de los internos, cuando realmente tuve mucho cuidado de que nadie fuese reconocible, tal como lo había pactado con la dirección del sanatorio. Como complemento al trabajo fotográfico decidí hacer un documental que duraba unos 20 minutos y esa fue mi primera incursión en este tipo de disciplina. Como yo en ese momento no tenía ni idea de video hice el guion, lleve la dirección, pero para el resto de trabajo recurrí a profesionales, en este caso la productora “miramemira”. Pero esto me sirvió para descubrir que me gustaba el género documental. Además este proyecto tuvo continuidad en otro que se denominó “Entolearte” llevado a cabo por la Rede Museística de Lugo. Fue un éxito a pesar de que su exposición también al público solo duró unas horas.

    - ¿Horas?

    Un día. Metimos en el edificio del siquiátrico, ya abandonado, a más de un centenar de artistas (bailarines, pintores, escultores, fotógrafos…) trabajaron cara a un público que acudió masivamente. Una performance realmente espectacular.

    ¿Y lo del título “Entre Marbella y Torremolinos”?

    Hay detrás una historia bonita: Los enfermos estaban separados por sexos, en un edificio en el que daba mucho el sol. Al lugar en el que estaban los hombres, creo que era el de los hombres, pero eso es menos importante, se le llamaba Marbella. Al de las mujeres, Torremolinos. Los acogídos iban de un sitio a otro, “De Marbella a Torremolinos”

    A raíz de esto, Reigosa rueda “A Chocolateira”, una historia del tren que unía a Pontenova con San Tirso de Abres; luego “Mulleres de aquí e de acolá” sobre la emigración femenina entre Lugo y Buenos Aires, y por último un documental de larga duración, 78 minutos, sobre “O Piloto”, uno de los más famosos bandoleros gallegos: “Lo afronté desde todos los puntos de vista y con testimonios de gente que había simpatizado con él y de los que estuvieron enfrente de su figura”

    Desde 2014 José colabora en un proyecto de la Rede Museística llamado “Fotografia a cegas”, en la que los protagonistas son invidentes o con poca capacidad visual que participan en un taller de fotografía y hacen fotos, algunas de gran calidad. Ha tenido repercusión nacional, porque se trata de una auténtica novedad.”
    Cenamos en la terraza del Eduri, una de las últimas noches de la primavera (aún era de día). De menú: ensalada de jamón, empanada y guiso de calamares. Bebemos varias cañas de cerveza. Sale el tema de la financiación: “No son trabajos rentables. Solo aspiro a no perder dinero porque mi gratificación es la repuesta de la gente cuando haces algo que gusta. La mayoría de los proyectos se realizan gracias a subvenciones oficiales (Diputación, ayuntamientos) y en el caso de los documentales con lo poco que se consigue con la venta de DVDs”

    Lo Próximo de Reigosa: “Una idea de Jaime Pardo Valdés. Un documental sobre la estancia en Galicia de la fotógrafa americana Ruth Matilda Anderson, en los años 1924, 1925 y 1926. En este tiempo realizó unas 5.000 fotografías que son el referente de la sociedad de aquella época, ya que había muy pocos fotógrafos en Galicia, que se dedicaran a a este tipo de trabajos. Venia becada por la Hispanic Society y su misión era documentar la vida y las costumbres, los trajes, ceremonias religiosas etc. de los españoles y entre ellos de los gallegos.

    El documental va de un fotógrafo, en este caso yo, que viaja tratando de localizar los lugares y temas que ella fotografío, constatando las similitudes y diferencias entre la Galicia de entonces y la de ahora después de más de 90 años. Entrevistamos también a distintas personas del ámbito cultural que conocen de cerca el trabajo de Ruth.”

    Como lucense de adopción que es, José se muestra crítico con la ciudad a la que quiere y en la que vive: “Su imagen tiene que mejorar. Cuando yo vine para Lugo en el año 82 me impresionó para mal su falta de color. Hoy tiene algo más, hay también más zonas verdes pero se ven pocas flores y siguen ahí las medianeras de ladrillo de siempre, que aunque aportan color – del ladrillo-, visualmente son un desastre. Yo pienso que Lugo, en general, y que me disculpen los arquitectos, salvando algunas zonas de dentro de murallas, no es una ciudad bonita. Y ya no hablemos de lo que se ve desde la muralla si miramos hacia interior. Algo hemos mejorado, pero nos queda mucho por hacer. Y luego está el monstruo ese del Garañón. Cada vez que miro hacia Lugo desde el otro lado del rio, se me cae el alma a los pies.

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